viernes, 18 de julio de 2008

SÁBATO EN DIÁLOGO CON BORGES

Publicado en El Espectador; 18 de julio de 2008



A comienzos de los años 70, el escritor Orlando Barone reunió a Sábato y a Borges, quienes siempre habían estado en veredas ideológicas opuestas, para que conversaran. Los grabó y, luego, publicó un libro con aquellas charlas.

Ellos mismos acordaron que se titularía ‘Diálogos’, y que por sonido y rima, sería preferible que los nombres fueran en el siguiente orden: Borges-Sábato. Transcribimos un aparte de esas sesiones.

Borges: ¿Cuándo nos conocimos? A ver... Yo he perdido la cuenta de los años. Pero creo que fue en casa de Bioy Casares, en la época de Uno y el Universo.

Sábato: No, Borges. Ese libro salió en 1945. Nos conocimos en lo de Bioy, pero unos años antes, creo que hacia 1940.

Borges: (pensativo) Sí, aquellas reuniones... Podíamos estar toda la noche hablando sobre literatura o filosofía... Era un mundo diferente... Ahora me dicen, sé, que se habla mucho de política. En mi opinión les interesan los políticos. La política abstracta, no. A nosotros nos preocupaban otras cosas.

Sábato: Yo diría, más bien, que en aquellas reuniones hablábamos de lo que nos apasionaba en común a usted, a Bioy, a Silvina Ocampo, a mí. Es decir, de la literatura, de la música. No porque no nos preocupara la política. A mí, al menos.

Borges: Quiero decir, Sábato, que no se hacía ninguna referencia a las noticias cotidianas, fugaces.

Sábato: Sí, eso es verdad. Tocábamos temas permanentes. La noticia cotidiana, en general, se la lleva el viento. Lo más nuevo que hay es el diario, y lo más viejo, al día siguiente.

Borges: Claro. Nadie piensa que deba recordarse lo que está escrito en un diario. Un diario, digo, se escribe para el olvido, deliberadamente para el olvido.

Sábato: Sería mejor publicar un periódico cada año, o cada siglo. O cuando sucede algo verdaderamente importante: “El señor Cristóbal Colón acaba de descubrir América”. Título a ocho columnas.

Borges: Sí, creo que sí.

Sábato: ¿Cómo puede haber hechos trascendentes cada día?

Borges: Además, no se sabe de antemano cuáles son. La crucifixión de Cristo fue importante después, no cuando ocurrió.

jueves, 10 de julio de 2008

LOS SALUDO, AMIGOS MÍOS


Hace unos meses Simón me puso a releer las palabras de Maugham sobre Madame Bobary. Ahora me encuentro un prólogo fenomenal que hizo él mismo para unos cuentos escogidos de Chéjov (Porrúa, 1989). Y como a mí se me derrama la amabilidad y cosas tan hermosas no me las puedo quedar pa mí solita, pues ahí les copio algunos apartes, con el deseo de que los disfruten tanto como yo, ustedes que también cargan la piedrita del Sísifo cuentista.

Mucha imaginación para todos,

Koleia

* * *

1. El escritor tiene en sí el imperativo de crear, pero además tiene el deseo de presentar al lector el resultado de su trabajo y la legítima aspiración –que no concierne al lector– de ganar su pan. En general puede dirigir su facultad creadora por los canales que le permitirán satisfacer estos modestos designios.

2. La posibilidad de publicar, las exigencias de los editores, es decir, su conocimiento de lo que los lectores desean, tienen gran influencia en el tipo de obra que se produce cada época.

3. Un autor capaz puede escribir un cuento de mil quinientas palabras con tanta facilidad como uno de diez mil.

4. En definitiva, ¿qué ha de darnos el escritor? A sí mismo. Está bien que tenga una visión amplia, ya que su tema es la vida en toda su plenitud; pero sólo puede verla con sus propios ojos, aprenderla con sus propios nervios, corazón y entrañas; su conocimiento es parcial, pero distinto, porque pertenece a él y no a otro. Su actitud es definitiva y característica.

5. No es difícil saber qué entendía Poe por un buen cuento: es una obra de imaginación que trata de un solo incidente, material o espiritual, que puede leerse de un tirón. Ha de ser original, chispeante, evitar o impresionar, y debe tener unidad de efecto. Deberá moverse en una sola línea, desde el comienzo hasta el final. Escribir un cuento conforme a los principios que él estableció no resulta tan fácil como algunos piensan. Requiere inteligencia, quizá no de un orden muy superior pero sí de cierto tipo; requiere sentido de la forma y no poca capacidad inventiva.

6. Copiar la vida nunca ha sido tarea de artista.

7. Chéjov insistía que un cuento corto no debe contener nada superfluo. "Todo lo que no se relaciona con él debe ser amputado sin compasión –escribió–. Si en el primer capítulo se dice que cuelga un arma de la pared, en el segundo o en el tercero debe descolgarse necesariamente esa arma".

8. Esto es lo más importante: la sencillez.

9. A su hermano Alejandro, Antón le dice que un escritor jamás debe hablar de emociones que no ha sentido. Esto es exagerado. Seguramente no es necesario cometer un asesinato para describir en forma convincente las emociones que pudo sentir el asesino. Después de todo, el escritor tiene imaginación, y si es un buen escritor tiene el don de ponerse en el lugar de los personajes que crea y es capaz de experimentar sus sentimientos.

10. Chéjov no era un mero repórter: observaba, adivinaba, seleccionaba y combinaba.

11. Supongo que mucha gente lee obras de ficción porque no tiene nada mejor que hacer. Lee pór agrado, y es lo que se debe hacer.

12. Por la naturaleza misma de su capacidad creadora, el novelista es incompetente para tratar dichos asuntos; pero no se debe a la razón sino al sentir, al imaginar y al inventar. Es parcial. Los temas elegidos por el escritor, los personajes que crea y su actitud ante ellos, están condicionados por su parcialidad. Lo que escribe es expresión de su personalidad, manifestación de sus instintos, emociones, intuiciones y de su experiencia. Arregla sus datos a veces sin saber cómo, pero otras sabiendo muy bien lo que se propone; después usa su destreza para evitar que el lector lo descubra.

13. El escritor debe arreglar de tal manera los hechos que atrape y mantenga la atención del lector.

14. El fin propio de los autores de ficción no consiste en instruir sino en agradar.